Este fin de semana he ido de turismo rural con unos amigos. La casa, de lujo.
Muros con aislamiento térmico
Habitaciones espaciosas y para todos los gustos.
Cuarto de baño minimalista
Cocina de 3 fuegos
Y lo mejor, un salón-comedor de 14 millones de metros cuadrados con vistas extraordinarias.
Además, todas las habitaciones dan al Norte, asi que son fresquitas, ideal para el verano. 🙂
Ahora en serio, este fin de semana tocaba el entrenamiento en la nieve ‘snow craft’ más comúnmente llamado ‘happy camper’.
La sesión empezó con una charla en la base sobre los peligros de un entorno como este. No solo se consideran los peligros objetivos (frío, altitud, deshidratación) sino los subjetivos (exceso de confianza, negligencias, …). Tambien cosas como tratamiento de hipotermia, etc.
Después de una comida temprana nos llevaron en un Pisten Bully a un par de kms de la estación, donde íbamos a pasar la noche.
Lo primero montar una tienda Scott. Son esas tiendas altas. Las diseño’ Scott en sus primeras expediciones a la Antártida hace más de 100 años y se siguen utilizando prácticamente igual en la actualidad. Después había que construir un muro de protección. Normalmente, se hace delante de las tiendas, pero esta vez usamos las tiendas como parte de la estructura. Fue divertido cortar los bloques con serrucho e irlos colocando como un lego. La nieve es bastante consistente, solo algunos se rompían. Y si te pasabas de tamaño, lo notabas a la hora de transportarlo.
Luego toco montar las tiendas ‘modernas’. Eran tres, que junto con las dos Scott daban para los 9 que éramos. Loomis nos enseñó como anclar los vientos enterrando un palo de bambú en la nieve.
Luego nos mostró la trinchera que estaba cavando y en la que pensaba pasar la noche. Nos invitó a probar a hacer una nosotros mismos, así que algunos se pusieron a ello, pero yo no las tenía todas conmigo.
Así nos dio la hora de la cena. Unos sobres en los que pones agua caliente y se hacen solos. Tienes que esperar un rato y te lo guardas dentro de la ropa. Pero con los guantes y el frio, no cerré bien la bolsa, así que se me salió un poco. En el fondo fue un gusto, porque estaba bastante caliente. Y aunque no se manchó mucho la ropa, porque además, se congela todo enseguida, Loomis me presto un ‘plumas’ suyo. Muy amable.
Para calentar el agua se usan unos hornillos con unas bombonas de combustible líquido que hay que presurizar a mano con un embolo. El sistema es curioso, pero funciona. Supongo que está pensado para estas temperaturas. Estábamos a -30/-35C y Loomis lo usa habitualmente en Alaska, donde trabaja de guarda forestal y en rescates. Ha subido unas 15 veces al McKinley.
Después de cenar, sobre las 20h, con la inyección de calor y calorías me sentí con ganas de probar a hacer la trinchera.
Al principio muy bien, haces un surco estrecho y vas profundizando. Tras un rato un poco penoso, te encuentras abriendo espacio ya por encima de la cintura. Pero aunque parece que ya lo tienes, me costó unas dos horas hacer un habitáculo suficientemente amplio. Parece que no acabas nunca de evacuar nieve. Luego me quedaba lo peor, estaba molido, pero aún tenía que cortar algunos bloques para tapar el techo. Eso de colocar un pedazo de hielo que puede pesar 20km justo encima de la cara acongoja un poco, pero el experto dijo que estaba bien, así que había que fiarse.
Eran las 23h30 más o menos cuando me metía en mi propia tumba (muy apropiado para el papel de zombi del otro día). Estaba completamente agotado. Me puse algo de ropa encima, pero cualquier roce con las pareces te llenaba de una fina capa de nieve polvo, que tenías que limpiar para no meter en el saco. Me metí primero en un saco de forro polar, y luego en el saco ‘bueno’ de plumas. Me puse unos calienta-manos (unos paquetitos que expuestos al aire te dan calor durante unas horas) e intente ponerme otros en los pies, pero uno se me callo y no fui capaz ni tenia fuerzas, para buscarlo (luego he tenido toda la noche un pie frio y otro caliente). Con toda la ropa, la operación de cerrar el saco fue extenuante. Me quede totalmente jadeante en una postura ‘medio’ cómoda. Pensé en moverme pero no tenía fuerzas para cambiar de posición! Al cabo de media hora tuve arrestos suficientes para moverme un poco, y cada cierto tiempo iba rotando 90 grados sobre mí mismo. Gracias a los calienta-manos, las extremidades aguantaban, pero llevaba solo un pantalón fino de lana debajo del pantalón impermeable y no era suficiente. Estaba claro que no iba a dormir mucho, pero al cabo de un rato conseguí dar alguna cabezada.
Una de las cosas que me costaba imaginar antes de venir aqui era el frio, y me propuse intentar captar el frio en alguna fotografia. La siguiente foto creo que capta esa sensacion de frio extremo. Justo despues de esta foto, la camara tambien dijo basta. Estaba completamente congelada. Afortunadamente resucito tras una noche en el saco.
Cuando nos llamo Loomis por la mañana, ya estaba despierto, naturalmente. Me costo’ un rato salir del saco y ponerme las botas en un espacio tan reducido, pero un poco más recuperado del cansancio, ver la iluminación natural de mi ‘Suite’ fue impresionante. A pesar de estar un metro bajo la superficie, la luz se cuela por la nieve tan porosa, y te llegan solo los tonos azules, ese azul, que a pesar de estar a -35C, es cálido, porque tiene una textura aterciopelada.
Lo había conseguido, había pasado una noche en el Polo Sur y sin tienda de campaña. Pero lo único que pensaba era en lo increíble que me parecía que alguien pudiese estar semanas caminando por el hielo en esas condiciones. Más aun, hace cien años, cuando Amundsen debió acampar muy cerquita de este mismo lugar.
La taza de café caliente del desayuno, no ayuda mucho a entrar en calor. Solo se me paso el frio cuando tuve que sepultar la obra que tanto trabajo me habia costado construir. Recogimos todo y e hicimos una pequeña práctica de búsqueda en condiciones de ventisca. Más que una práctica, fue una serie de nociones de cómo proceder en caso de que alguien se pierda. Pero lo que te dejan muy claro es que es mejor perder a una persona que a tres. Estas cosas te recuerdan que aunque la vida en la base es muy cómoda y a veces parece que no hay riesgos, estamos en uno de los lugares más hostiles del planeta, así que siempre hay que guardar unas precauciones mínimas.
Mientras esperábamos a que nos recogieran de nuevo, la inactividad ha vuelto a dejar que se colase el frio por cada rincón de nuestro cuerpo. Incluso en el Pisten Bully, tenía los pies helados, cuando en realidad, no he pasado demasiado frio en los pies. Volver a la comodidad de la base ha sido muy reconfortante. Hemos llegado justo para comer, y aunque he tardado en entrar en calor, ya me empieza a ocurrir como suele pasar en este tipo de experiencias, que enseguida olvidas lo mal que lo has pasado, y te quedas con lo increíble de la experiencia. De todas, formas si me piden repetirlo mañana, creo que no lo hago. Tal vez pasado mañana.
Miscelanea
¡Sin palabras! Vaya una acampada, no has exagerado nada al decir que es flipante! A ver: se supone que esto es un entrenamiento para aprender a sobrevivir en condiciones extremas por si acaso alguien se pierde en la nieve, no?. Pues parece extenuante, tanto preparativo para un ratito de descanso, pero imagino que estos consejos son la diferencia entre la vida y la muerte.
Me impresiona pensar que hace 100 cuando Scott y Admundsen estaban llegando soportaron todo eso tantos y tantos días, sin las técnicas de hoy, sin los equipos de hoy, sin los sobrecitos esos de comida…. en todo eso habréis pensado estando ahí enterrados, qué pasada. ¡y qué valientes sois, Carlos!
Una vez más, la descripción y las fotos son perfectas. Si no llega a ser porque lo cuentas, jamás sabríamos lo que supone eso del Polo Sur, que hasta ahora parecía una entelequia.
Todavía me estoy riendo con lo de que «todas las habitaciones dan al norte», jajaja.
Mil gracias por contarlo.
me alegro de que te haya gustado. Nosotros, la verdad, valientes poco. Estabamos a 2km de la estacion. El riesgo era minimo.
Tremendo. Y haces que suene divertido, aunque se note que físicamente es muy duro.
Me figuro que entre todas tus salidas (y en especial en el ‘happy camp’) ya habrás tenido que «evacuar» más de una vez (por lo menos aguas menores) al raso.
Algunas preguntas indiscretas y escatológicas ahora que no nos oye nadie:
¿Te la encuentras?
¿Se congela antes de llegar al suelo? Y si no es así, ¿qué pasará cuando haya -70C?
¿Qué tal es estar con el culo al aire?
Si la ropa es igual de incómoda que la de esquiar para «evacuar», tiene que ser una odisea… 🙂 ¿o lleváis alguna bolsa interior y/o pañales para no tener que sacar el culo?
Y algo menos guarro: ¿cómo funcionan los calentadores de manos y pies? ¿Son químicos?
¿Cómo te lavas las manos si tienes que estar varios días fuera? ¿Y los dientes?
Ah, cuántas preguntas… qué divertido y raro tiene que ser todo. ¡Besos!
Hola primo, interesantes preguntas. Yo, afortunadamente, solo he tenido que hacer aguas menores, y no hay problema, al menos a -35C te da tiempo a evacuar sin que se te congele. No se como sera a -70C. De todas formas, en la clase tambien nos hablaron de las pee-bottles. Simplemente te metes una botella al saco de dormir por si acaso, para no tener que salir fuera, pero yo no tuve que usarla.
Lo de los calentadores lo miro exactamente. Y lo de las manos y dientes, supongo que tendria que responder alguien que haya estado de travesia, para una noche, no son cuestiones criticas. De todas formas, estabamos derritiendo nieve casi constantemente, asi que siempre habia agua caliente a disposicion.
ciao!
jeje. Yo también tenía curiosidad por esas cuestiones pero no me atrevía a preguntártelas. Muchas gracias por sacarnos de dudas 😀
pues mujer, no te quedes con las dudas. Lo peor que puede pasar es que no conteste, pero en general intento contestar a todo.
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Hola Carlos.
Ya veo que estas disfrutando de la experiencia. Solo quería comentarte que yo también he sido uno de los afortunados de pasar unas cuantas noches en una zanja en la nieve y el método de construcción era exactamente igual al que tú tan bien has detallado. Solo que la temperatura exterior no era de – 40 º!!!.
Un abrazo y gracias por hacernos partícipes aunque sea indirectamente de tu aventura.
Hola! Cuando te olvidas del frio que pasas, el recuerdo es muy chulo 🙂 La ventaja del frio es que la nieve se trabajaba muy bien. Que tal nieve tenias tu?
Hola Carlos, después de dormir en la cima del Moncayo en Enero (eso sí en tienda, y vestido dentro del saco) no habrá sido nada para ti tener que pasar la noche al raso en el polo sur a -35ºC, vamos que en cualquier momento repites y vivaqueas esta vez sin saco ni nada.
Me acorde mucho de aquella noche en la cumbre del Moncayo. Que frio pasamos tambien! Quien me iba a decir que unos años despues iba a dormir en el Polo Sur!
un abrazo.
¡Hola Carlos! Sensacional la experiencia (y heladora). Me ha recordado eso que siempre decimos de que, las personas que viven en países fríos soportan mejor las bajas temperaturas. Yo siempre he creído que cualquiera que pase un tiempo soportando esas condiciones se puede adaptar, sea español de sevilla o de zaragoza, canadiense o senegalés. Tú por ejemplo, después de unas semanas en el polo Sur ¿crees que pasas el mismo frio o que lo soportas mejor o peor que compañeros de otros países?
Hola!
Pues la verdad es que alli en el campamento, habia gente que parecia llevarlo mejor que otra. Yo me voy adaptando al frio aqui y no lo llevo mal, pero este es un sitio muy seco, asi que la sensacion termica no es como en otros lugares. El cierzo sigue siendo el cierzo! 🙂