Esta frase es mítica entre los estudiantes de Física por culpa de un Físico genial, Richard Feynman que falleció hace justo 25 años (15 Febrero 1988) y que por supuesto, hizo contribuciones mucho más importantes al mundo de la Física que esa frase. En 1965 recibió el premio Nobel de Física junto a Sin-Itiro Tomonaga y Julian Schwinger por sus “contribuciones fundamentales a la electrodinámica cuántica con profundas consecuencias en el desarrollo de la física de partículas elementales” (nota del comité Nobel). Lo que hoy se conoce como diagramas de Feynman y que desarrolló hacia finales de los ’40 (del siglo pasado) fue convirtiéndose poco a poco en la receta fundamental para calcular procesos en física de partículas. Antes de esas técnicas los cálculos eran demasiado complicados e incluso producían resultados infinitos. Gracias a esos diagramas fue posible calcular cosas como el momento magnético del electrón y demostrar que la electrodinámica cuántica (la teoría que se estaba desarrollando para describir cómo se comportaban las partículas bajo las interacciones electromagnéticas) describía con precisión sorprendente los resultados experimentales. Hoy en día estos diagramas son fundamentales para interpretar por ejemplo todos los datos que se producen en el LHC.
Con motivo de este 25 aniversario se recogerán seguramente bastantes reseñas en la red. Yo no tenía previsto contar nada, pero la semana pasada tuvimos en la universidad de Zaragoza a Douglas Osheroff, premio Nobel de Física en 1996 por el descubrimiento de la superfluidez del Helio-3 que habló sobre Richard Feynman, quien fuera profesor suyo en Caltech. Esa charla me trajo recuerdos de mi época en la facultad. Y aunque me cuesta escribir de quien evidentemente, sé poco, aquí van unas pinceladas sobre la persona de Richard Feynman, mis recuerdos y la propia charla de la semana pasada que dejo como humilde granito de arena a las conmemoraciones de estos días.
La frase con que comenzaba el artículo aparece en su archiconocido (al menos para los estudiantes de Física) libro “Está usted de broma, Mr Feynman”. Para un grupo de jovenzuelos medio ‘frikis’ (y esto es quizá demasiado benévolo, aunque tengo que decir que la palabra friki se utiliza mal en castellano) leer sobre un físico con una intensa vida nocturna en clubes de alterne, que tocaba los bongos y que aprendió a acostarse con mujeres ‘simplemente preguntándoles’, resultaba cuando menos inspirador. Si conseguís el libro en español, cuidado a la traducción, porque esos pasajes pueden resultar un poco impactantes si la traducción es demasiado literal (como me ha pasado al buscarlos de nuevo recientemente en internet). Hoy en día, gracias a la famosa serie ‘The Big Bang Theory’ parece que incluso resulta sexy ser un poco raro, pero sigue siendo evidente que eso de ligar no es ni mucho menos nuestro fuerte.
Con esa imagen de Richard Feynman me sorprendió leer las cartas que enseñó Osheroff en la charla, dirigidas a su primera mujer Arline y que falleció prematuramente. Se le ve totalmente afectado por este suceso hasta el punto de escribirle dos años después para decirle todo lo que la echaba de menos. Irónicamente añade en la postdata: “disculpa que no te la envié, pero desconozco tu nueva dirección”. Preparando esta nota he descubierto este estupendo artículo de Laura que cuenta esa relación con muchísimo más detalle.
Su época más promiscua parece que surge más tarde, entre ese y sus otros dos matrimonios. Pero hay otras muchas cosas que llaman la atención sobre su persona. Recuerdo especialmente el pasaje en el libro sobre cómo sorprendió a unos colegas realizando mentalmente unos cálculos complicados en poco tiempo. Él explicaba después cómo lo había hecho, y decía que había tenido mucha suerte con los números porque pudo encontrar trucos especiales para esos números que no son aplicables en general. Esto, aunque es cierto, oculta el hecho de que Feynman tenía una mente muy ágil y entrenada y seguramente hubiese encontrado trucos especiales para otros muchos números.
Una anécdota en concreto habla del reto que tuvo con un vendedor de ábacos en un restaurante. Él calculaba a mano y el hombre con ábaco. Para cálculos sencillos, como sumas, ganaba el ábaco. En divisiones iban a la par. Pero entonces el hombre propuso hacer una raíz cubica y aquí de nuevo parece que tuvo ‘suerte’ porque el numero propuesto fue 1729.03 y también aquí, encontró un truco y le ganó fácilmente.
¿Queréis saber cómo lo hizo? El cálculo, aunque es sencillo, puede ser interesante para jóvenes estudiantes, aunque he olvidado completamente a que edad se estudia esto.
Él sabía casualmente que 12 al cubo son 1728 (porque un pie tiene 12 pulgadas y un pie cúbico son 1728 pulgadas cúbicas), entonces expreso 1729.03 como 1728*(1+1.03/1728) y elevo a 1/3 haciendo uso de que (1+x)^n=1+nx cuando x es pequeño. Así que el número que buscaba era 12+ 4*1.03/1728. Solo tuvo que hacer el segundo cociente, que desde luego, es más fácil que hacer una raíz cubica. Ya veis, que de ‘suerte’ nada, Feynman tenía mucha práctica calculando! Pero ya veis también el tipo de cosas que se pueden llegar a hacer si se acostumbra uno a no echar mano de la calculadora para todo. Chavales, practicad, es divertido!
Extracto de la película «Infinity» sobre la vida de Feynman que recoge esta anécdota. Tengo que decir que no he visto la película.
Otra faceta de Feynman, que también se mencionó en la charla y aparece en el libro es su lado más inconformista, mordaz e independiente. El 10 de Agosto de 1961 envía una carta en la que renuncia como miembro de la Academia Nacional de las Ciencias de EEUU, porque se siente incómodo teniendo que decidir, como miembro de su comité, quien es digno de entrar o no en la academia. En el libro habla también de su experiencia en Brasil, en donde estuvo varios meses. A parte de las anécdotas más folclóricas como miembro de una banda de samba para los carnavales, habla sobre el discurso que dio en la universidad sobre el sistema educativo brasileño, basado en su experiencia de esos meses allí. Baste decir que tras el discurso, un responsable de la universidad llego a afirmar “sabíamos que nuestro sistema estaba enfermo, ahora sabemos que en realidad, tiene cáncer.”
Básicamente, lo que Feynman criticaba es que los estudiantes aprendían definiciones de memoria, pero no entendían lo que aprendían. Se les enseñaban conceptos sin relacionarlos claramente con ejemplos concretos del mundo físico con lo cual, no llegaban a tener una comprensión profunda de esos conceptos (algo que, por otra parte, Feynman tenía especialmente desarrollado). Y eso me recuerda en ocasiones mi propia trayectoria; aquí también es posible sacar buenas notas sin haber entendido completamente lo que estudias. Es cierto que en una carrera como Físicas, los propios conceptos son complicados, y más de 1 década después de haber terminado la carrera entiendo las cosas mucho mejor que entonces, simplemente porque he tenido más tiempo para meditarlas. Pero ese es un problema general, el del tiempo. Incluso en etapas más tempranas de la educación, los programas son muy ajustados, y se da un peso excesivo a las notas y los exámenes. Como estudiante me costaba dedicar tiempo a cosas que no fuesen a tener un impacto directo en la calificación (aunque me gustara leer sobre ciencia) pero con el tiempo descubres que mucho más importante que las notas es tener la capacidad de ver los problemas desde distintos puntos de vista, y para eso es muy importante fomentar la curiosidad, y el gusto por desarrollar todas nuestras capacidades. Como padres, también nos preocupa que nuestros hijos saquen buenas notas, pero también nos debería preocupar que se diviertan y se cuestionen aquello que aprenden. Quizá una visión un tanto idealista, pero es mi experiencia después de muchos años hincando codos. Yo he aprendido mucho más por gusto que por esfuerzo.
En fin, para terminar con más anécdotas, en la charla aparecían las coordenadas de la tumba de Feynman en Altadena, California, (Lat: 34.1861, Long: -118.1481) un detalle un tanto morboso, pero resulta que está muy cerca de la casa en la que supuestamente viven los protagonistas de nuestra serie fetiche. En el último episodio de la quinta temporada hay un zoom inverso desde el tejado de la casa y naturalmente hay quien ha conseguido encontrar esa localización, que es el 189 North Marengo Avenue en Pasadena (la supuesta dirección real, 2311 North Los Robles Avenue, no existe). A ver cuantos os resistís a ir inmediatamente al google maps. Yo no pude.