La llegada del año trajo nada menos que tres expediciones españolas hasta el Polo Sur, que se sumaron a la inesperada visita de Jesús Calleja a mediados de Diciembre, y la verdad es que fue un momento muy especial. Bueno, la primera fue para mi un poco frustrante. No todos los días se acerca hasta ‘tu casa’ alguien como Alberto Iñurrategui, así que me dio mucha pena no poder saludarles. El caso es que en los tres casos me ha pillado un poco por sorpresa.
El equipo de Alberto está haciendo la travesía antártica como parte de un proyecto para atravesar las dos grandes extensiones heladas (Groenlandia y Antártida) de forma encadenada. Llegaron a la base el día 30. Yo los esperaba entorno al día 10, y me entere por un mail que me mandaron desde COMMS (centro de comunicaciones de la base) la mañana del 31. Era justo una hora antes de la maratón, así que confiaba en poder verlos después. Me dijeron que tal vez se quedarían un par de días. Pero al día siguiente me entere de que habían ‘volado’ (completaron el camino de regreso en poco más de 10 días). Para compensar, al día siguiente llego la expedición de Ramón Larramendi (compuesta además de por él, por Ignacio Oficialdegui, Juan Pablo Albar, y Javier Selva). Pude ver por la ventana del comedor su catamarán polar plantado justo en el Polo de las celebraciones. Esta vez, tenían concertada visita a la estación, así que al día siguiente, todo emocionado, salí a recibirles a las 9h.
Ramón fue el primero en entrar. Lo conocía de algunos programas de la tele, pero no era consciente de que es toda una leyenda de la exploración polar. Tras las presentaciones, hicimos un recorrido por toda la base y como es natural, les explique también nuestro experimento. Ellos me explicaron también el objetivo su expedición. El catamarán es un vehículo invención de Ramón, totalmente casero, sencillo y barato, de cero emisiones capaz de aprovechar el viento que sopla casi constantemente en el continente para recorrerlo en tiempos record. Quienes sigáis ‘Al filo de lo imposible’ puede que recordéis un programa de hace unos años en el que atravesaban por primera vez el continente. Esta vez, con un diseño mejorado, el objetivo era demostrar la viabilidad del vehículo para realizar campañas científicas. Así que al contrario que en expediciones normales en las que se intenta aligerar el peso, ellos transportaban material para alcanzar la tonelada de peso. A pesar de ello, consiguieron llegar al Polo en 19 días, algo nunca antes conseguido con estos medios, recogiendo por el camino muestras de nieve para su estudio. Como es lógico, están muy interesados en conocer lo mejor posible los patrones de viento aquí, así que estuvimos un rato charlando con el departamento de meteorología. El caso es que el viento puede cambiar bastante al ascender, por lo que les interesa conocer si existe una altura ideal a la que volar la cometa.
Después de la visita, fuimos nosotros los invitados a visitar el vehículo, tanto esa tarde como al día siguiente, ya que la falta de viento les impidió levar anclas. Quizá porque recordaba vagamente la anterior expedición con el catamarán, aunque me parecía increíble estar allí, no llegué a valorar la trascendencia del asunto hasta ver la fascinación con la que la gente de la base y en particular Sven veían el ingenio. Una frase suya resume la impresión que les causó: ‘como es posible que esto no lo haya inventado antes un escandinavo?’ Pero claro, la filosofía detrás del aparato, no es el esquiar sobre el hielo, sino ‘navegar’, y en eso, si que tenemos algo que decir los españoles. Estuvimos viendo como reparaban alguna ‘junta’, ayudándoles a mover el aparato, viendo videos y sobre todo, aprendiendo y contagiándonos con la pasión que transmitían.
El vehículo por cierto, consta de dos piezas, la zona de mando y la zona de descanso. En la de mando van sentados dos de ellos y conducen durante unas 10 horas mientras los otros dos intentan dormir en el interior de la tienda, que constituye la zona de descanso. La tienda por lo que comentaban, era bastante caliente, y la habían desarrollado mano a mano con Altus, la empresa Zaragozana. Y resistió una tormenta con vientos de hasta 150km/h. Las dos piezas se asientan sobre una especie de esquís de madera unidos por unos travesaños. Tienen que montar todo en el plató y les lleva un par de días, porque tienen que atar cientos de nudos. En este viaje estaban probando distintos materiales para los travesaños. Todos los materiales usados, totalmente caseros y baratos. Casi mas increíble todavía es el hecho de que las botas que llevaban también eran de diseño casero, ultraligeras, baratas y de probada eficacia a temperaturas de hasta -40C/-50C.
El día 5 me levante muy temprano, no se por qué no podía dormir. Al mirar por la ventana vi que ya no estaban, pero un rato después vi un puntito que iba cambiando de posición. Poco después descubrí la cometa. Eran ellos! Muy poquito a poco fueron avanzando por detrás del ICL y con el Sol de esas horas, la imagen era espectacular. Aproveché que había satélite para enviar a sus colaboradores en España algo de material que me habían dado. Aunque llevaban un modem rápido, una vez que se les descargó la batería, no habían podido recargarlo, así que dependían de una red muy lenta. Como agradecimiento, Javier me regaló una cámara de bolsillo muy chula, que ya he probado algún día. Luego fui a desayunar, y al volver a mirar desde la terraza para localizarlos, me encontré algo sorprendente, no se veía el vehículo, pero si la cometa! Para quienes somos de interior y no tenemos experiencia marítima, eso de que los barcos empiezan a verse por las velas suena un tanto extraño; sé que la Tierra es redonda, pero nunca había podido experimentar ese efecto. Así que tras sacar unas cuantas fotos, me puse a calcular la distancia a la que debía dejar de verles en caso de que el efecto fuese realmente causado por la curvatura terrestre. Tomé unos valores aproximados, 10m de altura para la terraza, 2m de altura para la tienda del vehículo, y unos 6300km de radio para la Tierra. A partir de ahí, un sencillo ejercicio de trigonometría da un valor de unos 16km, lo cual era perfectamente compatible con la distancia que podían haber recorrido en ese tiempo. Naturalmente, el calculo supone que la superficie es perfecta, y aquí no lo es exactamente, pero estoy relativamente convencido de haber ‘visto’ la curvatura de la Tierra! Como sé que hay gente de institutos siguiéndome, si estáis con el tema de la trigonometría, creo que este puede ser un ejercicio muy chulo para hacer en clase.
No se bien por qué, pero me dio por pasar por COMMS para preguntar por Albert Bosch, teniendo en cuenta que la gente estaba teniendo la manía de llegar antes de hora, no quería que me pillara de nuevo por sorpresa. Así que os podéis imaginar mi total estupefacción cuando me dicen que mire por la ventana. Allí a lo lejos, un puntito solitario estaba a punto de llegar al campamento de turistas! Inmediatamente me vestí un poco y salí corriendo hacia allí con el tiempo justo para recibirle. ‘Albert! Enhorabuena, Bienvenido!’ le grité. Entonces me pidió si podía grabarle con su cámara la llegada. Había estado 50 días andando solo, así que no había tenido muchas opciones de grabarse. Todos le recibieron muy calurosamente y entramos en la tienda comedor un rato. Allí me conto que se había cruzado con la expedición de Ramón a unos 5km de allí y le habían dicho que había un español aquí. La pena es que a las 8h (ya os he dicho que había madrugado) había quedado para ir a marcar la zona del airdrop (que en realidad no llego a realizarse nunca) así que tuve que despedirme de él no sin antes intercambiar mails. Después de marcar la zona, vi que su avión estaba todavía en el campamento de turistas, así que eché a correr, y llegué exhausto justo cuando estaban ya metidos en el avión, pero al menos, pude asomarme un momento al interior para desearle buen viaje de vuelta. Luego esperé para ver cómo se perdía el avión por el horizonte y tranquilamente volví a la estación. Aunque es un efecto que he visto ya muchas veces, me sigue fascinando la estela que dejan aquí los aviones al despegar o aterrizar, justo en una estrecha franja de altitud cercana a la superficie.
Como veis, unos días muy intensos, pero un gusto poder compartir un ratito con esta gente excepcional y poder hablar español en este lugar tan remoto. Y aunque creo que ya lo he comentado, y no me gusta repetirme, esos días tuve esa extraña sensación de que todo esto esta siendo demasiado increíble para ser real.